Pasatiempos cotidianos
Hay días que deseo
saberte escribir un poema.
Saber cómo doblar cada verso en origami,
para abandonarlo sigilosamente sobre tu cama,
pero me atrapas:
sales de la ducha muy rápido,
o te vas a dormir más temprano.
Lo cotidiano viene tan breve:
condena al poema
a que no pueda ser escrito…
Se cristaliza el poema,
en un cotorreo inexistente,
de nieves derritiéndose pronto:
bajo este bochorno tropical del jueves.
Un poema afónico se desperdiga por la repisa.
Me resigno,
-Lo sé: el paso del tiempo es contundente, aun es jueves-
apago las luces,
-De nuevo el poema nunca será escrito-
Pero no me preocupo,
descanso,
me dejo ganar la partida por el olvido:
ya sabrá mi piel qué hacer,
mientras reposa en silencio,
entre el cuerpo tuyo
y el mío.

