Mostrando las entradas con la etiqueta adiós. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta adiós. Mostrar todas las entradas

domingo, 28 de julio de 2024

Entre pieles lejanas (2da edición)

 

Hay encuentros que aunque acerquen los cuerpos, siempre se sienten lejanos.

                      Foto propia. Tomada en algún lugar de San José centro

Pieles lejanas


Compañera de este viaje ven, pero
¡no me abraces con todo el cuerpo!
cuando tu piel huela aun 
a despedidas incesantes.

Compañera de este viaje ven, pero
¡no me mires con esos ojos negros!
como si fueras a quedarte,
¡no susurres planes!
como si fuera a durar para siempre esta tarde.

¡No me mientas viéndome así
con tus ojos negros!
como si no fuera tu estrategia
acallar los infortunios de tu vida
huyendo de viaje, en viaje.
¡No actúes como si tuvieras besos guardados
para infinitas mañanas conmigo !

Ven a acompañarme ahora, pero 
no te saques la ropa así:
delante mío, aun no lo hagas,
veamos un poco más esta tierra extraña,
llena de arena, sol y jeroglíficos danzantes
a la que no hemos de volver jamás, 
porque vamos a ser vos y yo como el tiempo
que nunca forja dos veces 
el mismo instante.

Compañera de este viaje ven, pero
¡no juegues conmigo!
a estimar eternos nuestros besos, 
apenas, veloces fugitivos
de tus lamentos y mis sueños.


¡Ven, compañera de este viaje, ven!
que son cortos los instantes:
entre tu antes y el durante mío;
ven sin dar fechar a ningún retorno cierto,
en el jadeo hambriento,
de una historia flaca de fingir 
que hay destinos que guardan reencuentros.


Este poema reeditado en 2024, aparece bajo el título Pieles lejanas en el poemario indicado abajo.

                                                        Poemario
Los pasatiempos cotidianos, 2019
Elena Tomillo A.

lunes, 22 de julio de 2024

En la Tibieza, ¡Pasiones vrs Ternura!

Este breve texto nació en el año 2019, antes de siquiera suponer que habría una pandemia.


Foto propia. Teclado y marcador de libros, obsequio de Antigua Guatemala

En la Tibieza 

                     Tengo tibias las manos de pensar en vos,                  

     encima de este teclado, 

                           tan lejano de todo lo humano.                     


De repente, paro el tac-tac en las teclas, 

suspiro y me reposo en vos que no estás:

no como se reposa en la hierba,

ni en el río,

más bien, como se reposa en el vino,

o en un copón de sangría fresca con vino griego.


Ya lo sé, hay un nido de puertas de par en par,

como un cobijo tibio de futuros 

que esperan por mí...

Ya sé  que el fuego viene a mares,

y que el fuego se congela tan rápido como 

mirar el reloj de mano y decirme: 

_ Ya son las 6...

mientras se me ahoga, agolpado un suspiro.


Ya sé que el fuego se congela con solo mirar el reloj de pared,

mientras escucho por los pasillos tu número de vuelo: 

ese que te llevará, sin que puedas volver más, 

ni siquiera: ¡Así que pasen 5 años! 

No habrá Así que pasen 5 años... querido Federico...


En cambio la tibieza no es como ese fuego que enfría de golpe,

la tibieza no llega, ni se contrae, ni se congela:

la tibieza se arma como una Pirámide en Egipto,

o un acueducto Inca: con trabajo diario y continuado.


La tibieza ni lee el reloj,

ni oye cosas en los aeropuertos,

ella parece un tiempo dentro del tiempo mismo:

como un trayecto, donde la muerte del cuerpo

se precipita y las tuercas del tiempo se arruinan, 

sin que llegue nunca el final de la tibieza.


Elena Tomillo A. 

Desnudas

  Graffiti de escritora de Yolanda Oreamuno. Escritora de primera mediados del siglo XX en Costa Rica Desnudas Quiero que te desnudes y tiem...

Entradas más leídas