Foto propia Museo Municipal de Cartago.
Costa Rica
Sacudirse la suciedad
Vienes a mí con enojos,como si te hubieran tirado
ceniza en tus mejillas de nuevo,
en la frente,
y por todos los escondrijos.
Te han dicho palabras inútiles,
estériles: violentas,
y te han manchado con ellas
tu linda cara,
te la llenaron de ceniza.
Llegas hasta mí,
frustrada de tanta ceniza ajena,
de la injusticia de que te hayan manchado,
y ahora sé
que puedo prepararte las telas blancas,
sacar el agua limpia,
y acompañarte mientras vos te lavas la cara.
Ya sé que no debo limpiar tu rostro,
que solo vos
tenés que retirar esa ceniza ajena,
que mi tarea es acercarte las herramientas,
que no ves por tanta ceniza...
sacar el agua limpia,
y acompañarte mientras vos te lavas la cara.
Ya sé que no debo limpiar tu rostro,
que solo vos
tenés que retirar esa ceniza ajena,
que mi tarea es acercarte las herramientas,
que no ves por tanta ceniza...
yo puedo llevarte las manos a las suaves telas
y acompañarte mientras seas vos
quien retira de tu piel esa ceniza ajena,
y acompañarte mientras seas vos
quien retira de tu piel esa ceniza ajena,
para que veas que esa basura nunca jamás
será tuya, ni te ata las manos para limpiarte
y jamás corroe tu hermosura original.
Esa gente salvaje que te tira ceniza ajena
solo la empaña por un segundo tu luz y belleza
como hace la envidiosa nube que que tapa la luna,
la envidiosa nube condenada a caerse del cielo
a la siguiente lluvia...
que opaca al astro por un momento al astro
que vive un tiempo más parecido a lo eterno.

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