Hay gente desarraigado del mundo
La gente sin mundo tiene fe, pero no Dios;
tiene amor, pero no alcanza un amante,
tiene sed, pero no buscan agua,
porque nadan en la sed.
La gente sin mundo ha caído así,
en un mundo rapaz y ajeno,
un mundo que no quieren tener así,
como él es.
La gente sin mundo,
no puede ser de ninguna parte,
no sabrá ser de alguien,
ni de nadie.
La gente sin mundo
no llega a poeta,
porque está ocupada siendo letra
para el mundo que malquiere.
La gente sin mundo, tiene este mundo a disposición
con todo y el dolor, y la rabia,
la sal de mar y la saliva.
La gente sin mundo tiene días tristes,
a veces se confunden,
a veces creen que este mundo está hecho de su sustancia,
pero no.
No son de este mundo,
por eso quieren cambiarlo todo.
Desordenarlo todo dirán unos,
reorganizarlo dirán otros,
pero todo es mentira:
la gente sin mundo quiere
tirarlo a la basura,
para volverlo nuevo.
La gente sin mundo puede
alimentarse del aire,
de la tarde que muere,
de la risa y del murmullo.
La gente sin mundo
lleva el goce por dentro,
y por fuera el deber,
el deber de seguir solos
cambiando el mundo,
con planes de estrellas estelares:
para un lienzo hecho de tierra
que siempre, siempre se queda corto.
La gente sin mundo es
la esperanza de los in-creativos,
de los ciegos del amor,
de aquellos mundanos
dedicados a la bendición del trabajo repetitivo.
Somos los sin mundo,
vacíos de los mapas
y con todos los caminos
que van juntos por dentro,
solos todo el tiempo,
trabajadores anónimos para sobrevivir
al cuerpo del tumulto,
al hambre y al frío de lo incierto.
Poemario
Poemas Cotidianos, 2019
Elena Tomillo A.
