Un poema de esperanza: No todos los días brillan, pero al final de cualquier guerra lo tierno, lo ético, lo bello, lo justo sigue siéndolo aunque lo empañen envidiosos el egoísmo y la violencia
Cuando lloras
Ay cómo me duele,
por toda mi existencia cautelosa
mirar como tu atardecer tornasol,
es abruptamente
obligado a ser una noche taciturna,
sin más estrellas que tus propias
lágrimas cayendo desde el centro
de tu alma sincera.
No sé cómo detener esa degenerada
destrucción de lo bello,
cuando miro como el mundo viene
con su vaivén de ignorancias y celos
a prender, no el fuego que purifica,
sino a dejar el humo negro
que nubla toda la costa abierta
de tu impresionante playa azul,
tu playa azul que es una piel vibrante
de tanta vida nueva y límpida.
Si te explicara cuanto me duele verte así,
acabaría llorando contigo y por ti,
y perdería esta última oportunidad
de reparar al mundo,
que en ese instante es ofrecerte un vaso de agua,
esperar que te calmes,
y recordarte que yo también soy mundo y estoy aquí,
y que las suciedades se limpian con agua,
y que el humo se disipa,
y que la impresionante costa de tu corazón sigue ahí intacta
debajo del humo negro de lo barato del mundo
y que la belleza tuya es indestructible,
aunque los malos perdedores
jueguen sucio al echarle tierra encima.
Poema suelto, 2019
Elena Tomillo A.

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