Foto propia. Barrio Escalante.San José.
Tristeza callada
Veo el peso de tus manos,
como si fuesen arenas incandescentes,
que chorrean sal de mar,
yendo
del refri, para la mesa.
Tu mirada está tan honda,
con sus verdes, tan azules;
y los azules tan grises,
que miras doquier como quien no tiene ya
a dónde encallar.
Las brújulas tuyas ya no miran al Norte,
pero caminan hacia lo que pueda ser allá,
contra la fuerza de todos los vientos,
que soplan dentro y fuera de altamar.
Los pensamientos tuyos,
se los llevó la brisa,
como soplando fuerte
para no regresar.
Las fuerzas tuyas, las carcomió
el recinto frío,
de las paredes ajenas,
paredes como
las del miserable hospital.
Ahora que estás conmigo eterna,
bella, y serena, me pregunto:
cómo se construyen los puentes,
que nos retornen límpidas
a los campos verdes
del amor y la paz.

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