miércoles, 18 de junio de 2025

Desnudas

 

Graffiti de escritora de Yolanda Oreamuno. Escritora de primera mediados del siglo XX en Costa Rica



Desnudas


Quiero que te desnudes
y tiemblas, 
sin saber el por qué...

Tiemblas porque quiero,
aquí en plena calle,
que te desnudes
de toda tu culpa ¡y que te quedes 
en tu pura piel!

Tiemblas porque tu cuerpo refulgente,
vibrante, fuerte, hermoso no es lo que miro,
cuando te saco de la mirada
por un verso, o
con una palabra ajena,
tiemblas por toda la hiel vieja 
que te han dado a beber.

No sabes a dónde lleva mi deseo
de que te quedes desnuda; 
te quiero desnuda como lo estoy yo,
yo... que ya me has quitado vos
todas mis envestiduras:
la santa y la apostata.

Quiero que te desnudes,
por desición propia, y por convencimiento
de que conmigo la ropa sobra,
y el ruido incesante del mundo,
y el miedo...
y porque decides hacerle caso 
a esa tu respiración cortada 
que te avisa que la piel no te saldrá herida 
aquí desnuda conmigo.

Ven desnuda, por el contento de saber 
que a mi me arrebataste las ropas hace tiempo,
ven llenita de tu piel tibia,
cuando gustes, pero ojalá sea pronto,
que a mí, no me diste opciones,
y vos lo sabes bien...
sabes que si no vienes...
vendrá el invierno y
nos alcanzará mañana, y 
mi alma sacará su ataúd invernal
¡Por favor, apúrate, desnuda, ven!

sábado, 7 de junio de 2025

Deseo estrecho noche larga

 

Foto propia: Cena de pan y aire



Deseo estrecho en noche larga


Mi saliva se siente viva,
de tanto tragarse a puños,
mirándote, y cae, y moja
camino a mi pecho.

Me toca observarte de reojo,
con el perdón ajeno, y el engaño propio:
que no me da permiso
de saber nada tuyo,
pero conocí tu nombre.

Conocí tu nombre entre la multitud muda,
vi inundar la luz con el color de tu voz,
salpicando inocua por mis manos curiosas,
de tocarte la voz por los poros,
húmedos ya,
de tantas reservas secas.

Tocarte, como sería tocar dioses serios,
con la piel hecha de besos y lágrimas
corriendo por todos los tiempos del deseo,
creadora tu piel, sería en mis manos,
del mundo todo: déjala caer aquí.

Aquí en los latifundios de mi soledad,
por donde brilla una estrella
desde hace varias noches,
inundada con el color de tu voz que chorrea silbidos, todos por mis sábanas secas,
que con los ríos de tu piel serían rutas
de incansables mareas.

Mi saliva se siente viva,
delante tuyo, que ni me miras,
y el color derramado palpita,
con la fuerza de una alma molida,
que no se rinde jamás,
quizá pueda vivir yo en otros tiempos:
cuando mi boca te diga el nombre,
y me regales con tus besos
por lo menos una estadía.

jueves, 5 de junio de 2025

Mi espera


Foto propia. Orosi, Torre con pericos verdes

Mi espera


La espera es saber que existes,
así como la vida es vivir.

La espera no es que llegues,
y hagas batir las alas de todos los querubines,
y lluevan todas las flechas de los cupidos
por tus pasos entrando a este recinto,
que sin importar donde sea,
se ha convertido
en el recinto de nuestra espera.

La espera es la emoción de no saber
qué ocurrirá, cuando será, ni cómo...

La espera es la dictadura de nuestras libertades propias
de ir y venir por donde queramos,
es la taquicardia antes de subir al juego mecánico
y después de que te asustó
un sorpresivo relámpago,
mientras veías llover por la ventana.

La espera mía por vos, no es un vacío,
al contrario, es el universo todo,
hecho un soliloquio de misericordia,
piedad y amor.

Sacudirse la suciedad

 

Foto propia Museo Municipal de Cartago. 
Costa Rica

Sacudirse la suciedad

Vienes a mí con enojos,
como si te hubieran tirado
ceniza en tus mejillas de nuevo,
en la frente,
y por todos los escondrijos.

Te han dicho palabras inútiles,
estériles: violentas,
y te han manchado con ellas
tu linda cara,
te la llenaron de ceniza.

Llegas hasta mí,
frustrada de tanta ceniza ajena,
de la injusticia de que te hayan manchado,
y ahora sé 
que puedo prepararte las telas blancas,
sacar el agua limpia,
y acompañarte mientras vos te lavas la cara.

Ya sé que no debo limpiar tu rostro,
que solo vos
tenés que retirar esa ceniza ajena,
que mi tarea es acercarte las herramientas,
que no ves por tanta ceniza...

yo puedo llevarte las manos a las suaves telas
y acompañarte mientras seas vos
quien retira de tu piel esa ceniza ajena,
para que veas que esa basura nunca jamás 
será tuya, ni te ata las manos para limpiarte
y jamás corroe tu hermosura original.

Esa gente salvaje que te tira ceniza ajena
solo la empaña por un segundo tu luz y belleza
como hace la envidiosa nube que que tapa la luna,
la envidiosa nube condenada a caerse del cielo
a la siguiente lluvia...
que opaca al astro por un momento al astro 
que vive un tiempo más parecido a lo eterno.

Desnudas

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